Menuda gracia le hizo a Enrique, que estuvo 5 o 6 meses chateando con una chica por Internet, poco a poco la cosa iba funcionando, y la chica resultaba ser de Madrid también, así que quedaron en un bar del centro. Cuando llegó Enrique y la vio sentada se fue corriendo de allí, ya que se dio cuenta de que se le notaba la nuez y de que en realidad era un hombre.