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ESPECIAL: 50 años sin Nino Bravo, la voz que nunca muere

16/04/2023, a las 00:10

Nino Bravo

Se cumplen 50 años del fallecimiento en accidente de tráfico de Nino Bravo, la voz mediterránea que se hizo inmortal.

Todo ocurrió a las diez de la mañana del 16 de abril de 1973. El automóvil, un BMW 2800 blanco conducido por Nino Bravo tomó una curva en la N-III a su paso por la localidad conquense de Villarrubio, camino de Madrid. El coche se salió de la calzada y dio varias vueltas de campana. El cantante, gravemente herido,  falleció horas después en el que hoy es el Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Los tres acompañantes de Nino, los componentes del Grupo Humo a quienes pensaba producir su primer discoo, y un guitarrista lograron sobrevivir y contarlo. Nino Bravo tenía 28 años, su muerte causó una enorme conmoción.  Al entierro del cantante en el cementerio de Valencia acudieron cerca de 10.000 personas.

La carretera acabó con su vida, pero no con su obra, a pesar de lo corto de su carrera . La voz de Nino Bravo sigue tan vigente como el primer día y su discografía es ya objeto de culto. Y es que solo bastaron cuatro años para forjar un repertorio que sigue vivo en la memoria de todos, todo un hito en nuestra música, pero empecemos por el principio:

Luis Manuel Ferri Llopis nació el 3 de agosto de 1944 en la localidad valenciana de Ayelo de Malferit. Hijo de Luis Manuel y Consuelo Llopis Molines, con dos años se trasladó a Valencia capital donde comienzó su nueva vida. Su primera experiencia laboral fue como joyero en la «Casa Amat», pero también fue bodeguero en uno de los restaurantes del Aeropuerto de Manises. Actividades que compaginaba con su pasión por la música, fundando el grupo los Hispánicos en 1962. La banda pronto se convierte en habitual de presentaciones falleras y verbenas de la provincia hasta que los componentes compañeros de Nino deciden que la música no es lo suyo y que Bravo, el solista, se queda solo.

No era momento de lanzarse como solista aún, aunque su talento como tenor ya comenzaba a destacar. Vicente López, el bajista de Los Superson, le avisó que buscaban un cantante nuevo para su grupo, curiosamente al anterior solista, Carlos Lardíes, había muerto en un accidente de tráfico. Nino se sumó y, con el tiempo, el grupo lo acompañaría a él.

Niño bravo nace musicalmente en el 69, como Mocedades. Nino fue el relevo natural de otros ídolos del momento, como Jaime Morey o Tito Mora, que era lo más parecido a Nino que teníamos en la música española y que fue famosísimo por acompañar a Gelu.

En España había mucha reticencia a las voces educadas y estándar, voces bien formadas, con mucha técnica, como ocurrió en Estados Unidos con Frank Sinatra. En un país marcado por la música folclórica, hasta entonces no existía la figura del cantante formado y de escuela, como se decía, pero ya andaban dando vueltas Juan Pardo, Miguel Ríos o Mike Kennedy, el líder de Los Bravos, un grupo que nunca estuvo exento de polémica.

Lo primero que grabó fueron dos temas de Manuel Alejandro, dos singles que no fueron éxito inmediato y que él firmaba con mucha modestia como tarjeta de presentación, decía estas son mis primeras canciones, espero que sean del agrado de todos ustedes«. Se titularon «Como todos» y «Es el viento», pero no pasó nada con estas canciones.

Lo mejor que le pudo pasar a Nino Bravo fue encontrarse con Augusto Algueró, que además de ser un excepcional autor de músicas para cine y televisión, era compositor de muchos temas clásicos de nuestro pop, desde “La chica yeyé” a “Penélope” de Serrat, a la que Algueró puso música. Y, por supuesto, “Te quiero, te quiero”, que escribió con Rafael de León y que Nino convierte en su primer gran éxito, siendo durante siete semanas número uno incontestable en España.

“Te quiero, te quiero” fue solo el comienzo, porque después llegaron más: “Un beso y una flor”, “América, América”, “Cartas amarillas”, “Libre”…el paso del tiempo ha hecho que todas las canciones de Nino Bravo acaben siendo conocidas y reconocidas.

Y es que en sólo cuatro años de carrera estuvo a punto de ganar el festival de río de Janeiro, la Olimpiada de la canción de Atenas y estuvo preseleccionado para Eurovisión en el mítico «Pasaporte a Dublín», pero fue Karina quien se llevó el gato al agua con “En un mundo nuevo”

Hay artistas a los que una desaparición ocurrida en estas características alza sus carreras y todo su repertorio, pero la verdad es que Nino Bravo ya era el incuestionable número uno, la voz que todos se rifaban, el cantante del que todo el mundo hablaba y al que seguimos recordando cada día.

Desde su marcha hasta nuestros días, han sido muchas las reediciones de las canciones de Nino Bravo, unas con más acierto que otras. La técnica ha permitido que escuchemos su voz con Sergio Dalma, con Eva Ferri, la hija a la que no conoció, con Paloma San Basilio o la mismísima «Casa Azul» de Guille Milkyway.

Afortunadamente nos sigue quedando memoria para figuras como la suya. Medio siglo después solo podemos seguir exclamando ¡Bravo, Nino!

 

 

 

 

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